
Mientras por el este y por el sur las exportaciones ucranianas han sufrido un duro golpe con la guerra, en los últimos días Zelenski se ha encontrado con un nuevo e inesperado frente en el oeste. Numerosos países de Europa del Este se han ido sumando, uno tras otro, para prohibir la entrada de algunas de las principales exportaciones clave del país en guerra. En particular destacan el trigo, la colza, las semillas de girasol, el maíz y los cereales.
Hasta ahora ya habían anunciado la prohibición Polonia, Eslovaquia y Hungría. En el día de hoy Bulgaria lo ha hecho oficial, mientras que Rumanía ya ha anunciado que va a establecer inspecciones aduaneras con este fin y que buscará restringir las mismas. Desde el partido mayoritario del país de los Cárpatos ya han puesto sobre la mesa de su coalición que sigan la estela de sus vecinos y veten completamente el trigo que provenga de Ucrania.
El sector primario de esos países próximos a Ucrania se está viendo afectado en los últimos meses por el aumento de las importaciones de productos agrícolas ucranianos, a los que la UE ha retirado los aranceles para apoyar a Kiev ante la invasión rusa.
Parte de esos productos de Ucrania se están quedando en los mercados de sus países vecinos a precios considerablemente más baratos que los que pueden ofrecer los productores locales y, en ese contexto, Polonia, Hungría, Eslovaquia y Bulgaria habían anunciado vetos temporales a las importaciones agrícolas ucranianas.
Con el mar negro bloqueado en buena medida por la flota rusa, afirman que se está produciendo un exceso de trigo en estos países vecinos golpeando los precios y dañando a los agricultores locales. Según ha defendido el Gobierno búlgaro ante Reuters tras tomar su decisión, "Si esta tendencia persiste o se fortalece después de la introducción de prohibiciones similares por parte de otros países, puede haber consecuencias extremadamente graves para las empresas búlgaras".
En otros países como Polonia y Hungría se habla abiertamente de que la llegada de trigo ucraniano supone una 'competencia desleal' para los agricultores locales. De estos dos países también han llegado las medidas más duras pues, hasta el día de ayer, desde Varsovia habían prohibido también el tránsito de dicho producto, una medida que se mantiene vigente en Hungría. El país liderado por Viktor Orbán, por su parte, no solo no ha rebajado sus restricciones, sino que las ha ampliado a los cereales, carne y huevos hasta junio.
Desde la Unión Europea se ha criticado a Polonia y Hungría por actuar de forma unilateral y se estudian posibles procedimientos de infracción contra estos dos países por su actuación ante esta 'crisis' en el Este de Europa. La Comisión Europea permitirá a países colindantes con Ucrania y principales críticos con el incremento de sus importaciones de cereal, como es el caso de Polonia y Hungría, activar un mecanismo de emergencia para que puedan recibir el producto de Ucrania para exportarlo a su vez al resto de la Unión Europea, convirtiéndolos en países de tránsito. En cualquier caso, esta medida queda sujeta a que Polonia y Hungría levanten sus medidas "unilaterales", en referencia al veto que anunciaron a principios de esta semana para los productos agroalimentarios procedentes de Ucrania ante el volumen de importaciones de grano.
Esta es una de las medidas del paquete que el vicepresidente económico, Valdis Dombrovskis, y el comisario de Agricultura, Janusz Wojciechowski, han propuesto a los líderes de Polonia, Hungría, Bulgaria, Rumanía y Eslovaquia en su reunión de este miércoles, en la que han participado también representantes de Ucrania
Para Ucrania el trigo es una de sus principales armas para resistir económicamente la embestida de Rusia. Tras el mineral de hierro, tanto esta materia prima como el maíz son las principales exportaciones que realiza al mundo, con cerca de 6.000 millones de dólares al año procedentes de las ventas al exterior de la primera y más de 5.800 millones en el caso de la segunda, según datos de la Organización Mundial del Comercio en 2021. En total, en ese último año antes de que Rusia decidiera invadir el país, Ucrania exportó 86 millones de toneladas de cereales.
Sin embargo, en el primer año de guerra, las exportaciones de trigo se han reducido desde los 18,1 millones toneladas al extranjero hasta los 11,3 millones. En el año 2022 esto redujo sus ingresos por este producto hasta los 2.700 millones de dólares. Una cifra provocada por la pérdida de uno de sus mayores clientes, Rusia, que ahora está invadiéndolos, y por el bloqueo de las principales rutas de importación a través del mismo y del Mar Negro, por lo que los países más cercanos geográficamente han sido sus principales compradores.
A pesar de que llegaron a un acuerdo con Rusia para exportar esos productos por mar, supervisado por la ONU y Turquía, como negociador, esta ruta está siendo boicoteada por el país beligerante, que quiere causar el mayor daño posible a Ucrania. Los enviados rusos están alargando al máximo las inspecciones al cargamento de los barcos, teóricamente para asegurarse de que no contienen armas. El resultado es que cada barco puede tardar días en embarcar, lo que está provocando que se amontonen grandes cantidades de cereales a la espera de poder salir.
La vía alternativa para Ucrania es exportar esos granos por camión y tren, a través de los países de la Europa del Este con los que comparte frontera. Este método es más lento y más caro, ya que los barcos pueden cargar cantidades mayores y necesitan recorrer menor distancia, con menos paradas intermedias, para llegar a su destino, principalmente en Turquía, China y países africanos como Egipto -que está sufriendo una crisis inflacionaria histórica por la falta de cereales, entre otros motivos- o Sudán -inmerso en una guerra civil estos días-.
Su segundo destino principal, sin embargo, es la UE, especialmente los países más desarrollados de Europa Occidental, como Países Bajos, Francia, Italia o España. A esos países llegaban antes los cargamentos en barco, pero ahora llegan por carretera. Para ello, tienen que atravesar los países del Este, donde están dejando parte de su cargamento, a precios muy competitivos que han incendiado a los agricultores locales.